domingo, 28 de abril de 2013

EL TRABAJO, EN EL DIA DEL TRABAJADOR


El trabajo es virtud. Dignifica. Organiza a la sociedad y fortalece a las familias en torno a él.

Cuando un hombre o una mujer, joven o adulto,  trabaja dignamente, transforma, agrega valor al entorno donde se mueve y suma inteligencia y progreso para la sociedad toda.

La persona que trabaja y lo hace cobijado al amparo de las leyes laborales vigentes, sabe que además de recibir su salario, está garantizando su atención médica y la de su familia. Sabe que está ahorrando para el momento en que con menos fuerza física, pero con más sabiduría, pueda retirarse dignamente y hacer uso de sus ahorros jubilatorios.

Quien tiene un trabajo digno, licito y legal,  puede animarse a pensar en el futuro educativo de sus hijos.

Quien tiene un trabajo digno, licito y amparado en las constituciones Nacional y Provincial se ilusiona sanamente  conque sus hijos lo superen y progresen socialmente.  Quien se levanta cada mañana para ir a trabajar, sabe que tendrá una recompensa por su esfuerzo. Esa recompensa podrá ser mejor o peor remunerada, pero al fin, será una recompensa.

Por el contrario, quienes desgraciadamente  en Esquel  cada mañana despiertan en la incertidumbre de no tener un trabajo digno, sienten que su futuro se limita al hoy, les resulta frustrante  imaginarse realizados como seres humanos  en el largo plazo. Necesitan respuestas concretas para el día que vive y les duele no poder imaginar un futuro mejor que el suyo para sus hijos.

En Esquel, desde hace un tiempo a esta parte, los sectores más radicalizados y conservadores del anti-progreso han iniciado un ataque sistemático en contra de la minería y en contra de todo aquello que genere realmente la famosa  movilidad social ascendente que por otro lado tanto pregonan.  

Amenazados que se sienten ante la idea de que un sencillo vecino de Esquel, nacido y criado al pie de sus montañas, haya conseguido por fin un trabajo digno, legal y bien remunerado,  vienen presionando a  la política local para que se persiga y se demonice a la minería y a todo aquel trabajador o proveedor de servicios mineros que pudiera estar relacionado con dicha actividad.  Así fue como sobre finales del 2012, presionaron al gobierno local  para que se sancione una ordenanza que prohíba extender habilitaciones comerciales que pudieran estar directa o indirectamente vinculadas con la industria minera.

Desconociendo que, tanto  para  la Constitución Nacional, como para la propia Constitución Provincial, la minería no solo es legal, sino que además, y  mal que les pese: es política de Estado.

"quienes desgraciadamente  en Esquel  cada mañana despiertan en la incertidumbre de no tener un trabajo digno, sienten que su futuro se limita al hoy, les resulta frustrante  imaginarse realizados como seres humanos  en el largo plazo. Necesitan respuestas concretas para el día que vive y les duele no poder imaginar un futuro mejor que el suyo para sus hijos"

La ordenanza en cuestión es la 228/12, que intenta prohibir habilitaciones comerciales a empresas mineras o a empresas que directa o indirectamente estén vinculadas a la minería. Con este criterio deberían quedar sin habilitación comercial las estaciones de servicios, que venden combustibles a empresas mineras, deberían también prohibir las habilitaciones comerciales a restaurantes, hoteles, librerías, tiendas, clínicas privadas, inmobiliarias, corralones de materiales, agencias de turismo, establecimientos educativos, etc.,etc.,etc. Un disparate jurídico solo justificable por un profundo desconocimiento del derecho constitucional.  Es que a poco de andar, la Constitución Nacional expresa en su articulo 14 “Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita;…..”.

Ignorando que la minería es tan legal que hasta tiene su propio Código de fondo que la regula, la política local, presionada y arrinconada a los gritos por este grupo de fanáticos orgullosamente anarquistas,  defeccionó y escribió una ordenanza  a la medida del apriete asambleario  anti-progreso y anti-minero, que de cumplirse,  pudiera poner en riesgo las fuentes de trabajo para al menos 20 familias de Esquel y de otros tantos proveedores directos  que trabajan en nuestra ciudad.

El próximo miércoles, paradójicamente se celebrará un nuevo Día del Trabajo. 
La dirigencia política local, los líderes  sociales y el resto de los vecinos bien intencionados de Esquel, seguramente reflexionaran  sobre la importancia de “defender cada puesto de trabajo”,  hablarán por los medios de comunicación y pensaran sobre lo necesario que resulta “articular políticas inclusivas en el territorio” y  muy probablemente expresaran con convicción que están enteramente comprometidos en “generar puestos de trabajo genuinos, al servicio de la producción”. 

"la política local, presionada y arrinconada a los gritos por este grupo de fanáticos orgullosamente anarquistas,  defeccionó y escribió una ordenanza  a la medida del apriete asambleario  anti-progreso y anti-minero, que de cumplirse,  pudiera poner en riesgo las fuentes de trabajo para al menos 20 familias de Esquel y de otros tantos proveedores directos  que trabajan en nuestra ciudad"
En las próximas semanas, seguramente  volveremos a escuchar  por enésima vez a funcionarios que honestamente convencidos, nos  contaran  lo comprometidos que están en  buscar inversores que permitan fortalecer la alicaída economía local.

Sin embargo, apagados los micrófonos, terminados los discursos en los actos públicos y vueltos al cotidiano hacer y decidir, muy probablemente especularan binariamente influenciados por el terror asambleario de los gritos y las amenazas de aquellos que sin más razones que su fanatismo, repiten la letanía apocalíptica que mentirosamente  asegura  un  futuro de saqueo, muerte y contaminación de la mano de la minería.

Si en verdad los líderes sociales, los dirigentes políticos, las autoridades legítimamente designadas para administrar nuestra ciudad desean ser factores de progreso y bienestar, tienen que saberlo:  nos atrevemos  a imaginar que ese clima de bienestar, de desarrollo y trabajo para más esquelenses, jamás podrá  estar sostenido por en el pensamiento mágico y reduccionista que afirma que la minería mata, como si ninguno de ellos utilizara todo lo que los rodea y que proviene de la minería.

Que lo sepan los señores concejales y el resto de quienes tienen la inmensa responsabilidad de gobernar y generar condiciones de progreso y bienestar para nuestra ciudad:  jamás  la amenaza, la mentira, la extorsión y el patoterismo asambleario donde unos pocos o unos muchos, se arrogan el derecho a representarnos a todos, podrá traer algo bueno para nuestra comunidad.

No vemos otro camino que no sea el diálogo. El conflicto minero, como cualquier otro conflicto que lógicamente atraviesa a cualquier sociedad –incluida la esquelense- no podrá ser transformado sino es a través del diálogo sincero y bien-intencionado. De poco sirve que la política mire distraídamente hacia otro lugar. Los conflictos no se transforman ni se gestionan ignorándolos.

Está totalmente probado y comprobado. Jamás el miedo, la extorsión o la amenaza podrán generar beneficios para todos.
  
La discusión por estos días no debiera transitar por el falso dilema en que nos han encerrado aquellos que prefieren el conflicto antes que el diálogo. No se trata de minería si o minería no. No se trata de habilitación si o habilitación no. Se trata de encontrar el espacio adecuado para que cada parte del conflicto, sienta las garantías mínimas para poder expresar sus pareceres en un espacio  en el que todos sientan que pueden expresarse  en  paz y en plena conciencia, lejos de los gritos y las amenazas.

"Está totalmente probado y comprobado. Jamás el miedo, la extorsión o la amenaza podrán generar beneficios para todos".

Si somos capaces de lograrlo,  si los concejales, los empleados, la  propia  empresa,  el ejecutivo municipal, y por sobre todas las cosas, aquellos que bien-intencionadamente tienen críticas para hacerle a la minería, somos lo suficientemente inteligentes como para garantizar un diálogo respetuoso y comprometido, convencidos de que quien está enfrente mío no es mi enemigo, sino mi vecino, habremos hecho como sociedad un excelente Trabajo.

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